Page 58 - 2011_9.1
P. 58
RESEÑA
En el primer capítulo la autora explica la metodología utilizada, inspirada en Foucault y en los estudios
de género para mostrar el cuerpo como construcción cultural.
En el segundo capítulo se analiza el conocimiento médico de la segunda mitad del siglo XIX, producido
por varones, analizando el contexto científico y social decimonónico y en particular la influencia de la
medicina francesa en México en esa época. También aborda las diferentes posiciones de la medicina alopática,
dosimétrica y homeopática en la gineco-obstetricia, así como las rivalidades entonces existentes entre
los médicos que representaban cada una de ellas.
El capítulo tres refiere la formación de los médicos mexicanos varones en el siglo XIX y el desarrollo de
la práctica clínica y quirúrgica, desde donde se mira al embarazo y parto como algo patológico. Destaca
el hecho de que esta práctica justificó la campaña contra las comadronas. En el cuarto capítulo la autora
analiza la representación médica del embarazo, parto y puerperio en donde algunos de esos médicos se
afiliaron más a la influencia de los franceses y otros a la práctica empírica de las parteras. En el capítulo
quinto, Oliva López analiza las representaciones técnico-médicas como base para plantear la inferioridad
del cuerpo femenino, utilizando así la biología como justificación de la división social. Finalmente, en el
epílogo analiza cómo la construcción del conocimiento médico en gineco-obstetricia ha influido en el
imaginario social sobre lo femenino.
A partir de la lectura queremos hacer algunos comentarios que pretenden poner en evidencia la impor-
tancia del análisis que hace la autora, sobre la construcción de lo femenino como derivación del conocimiento
médico preponderantemente masculino para las diferentes disciplinas sociales actuales.
OLIVA LóPEZ SáNCHEZ
a) La falsa neutralidad y objetividad
del quehacer científico.
Arthur Koestler mostró en su libro Los Sonámbulos que la ciencia aún dicha “dura”, no es una construcción
1
lineal, objetiva que avanza en el descubrimiento de la verdad. Este autor mostró como los grandes físicos
del siglo XIX fueron o no aceptados en la medida que la sociedad estaba preparada para recibir sus
hipótesis, tal fue el caso de Galileo quien con las observaciones realizadas con el telescopio se opone a
una gran cantidad de dogmas y por lo tanto sus aportaciones son rechazadas en un primer momento.
Como en el caso de El Dolor de Eva, la historia nos permite darnos cuenta de la relación entre el
conocimiento científico y los aspectos sociales, religiosos, morales.
Los ejemplos aportados por Oliva López: la utilización de mujeres pobres y de origen
indígena y discapacitadas para las experiencias de las primeras cesáreas, la falta de
reconocimiento del saber práctico de las parteras de la época en función de los estatus
sociales y profesionales, están ahí para mostrarnos que los límites del conocimiento
científico están dados por los valores y prácticas de una época histórica.
El trabajo de la autora pone en evidencia cómo los prejuicios personales y la posición de poder de los
hombres en la sociedad, determina la formulación de hipótesis y de teorías que parecen difíciles de
sustentar y que, sin embargo, siguen teniendo peso en el imaginario social sobre el cuerpo de la mujer.
La utilización del conocimiento de la gineco-obstetricia para justificar las diferencias entre los sexos y
para determinar así los comportamientos que unas y otros debían tener es un ejemplo de estos prejuicios.
El hecho planteado por la autora de que en las mujeres, el ejercicio de la sexualidad debía estar circunscrito
al espacio del matrimonio y tener solamente fines procreativos, muestra que estas afirmaciones más que
derivarse del conocimiento científico tienen más que ver con las reglas morales de la época y con la nece-
sidad de asegurarse de la paternidad con fines de transmisión y de la conservación de los lugares sociales.
2011
Género y Salud enero - Abril
en Cifras Volumen 9 56
Núm. 1