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TRABAJADORAS DEL HOGAR, SEGURIDAD SOCIAL Y COVID-19
laboral a la que pertenecen.
El Centro de Apoyo y Capacitación
para Empleadas del Hogar
(CACEH) ha señalado que, a raíz
de la crisis económica provocada
por la pandemia, los despidos y
reducción de salarios continúan,
aunado al registro que desprende
diversos casos de contagio que han
presentado las trabajadoras que
siguen laborando en virtud de sus
empleos.
El aspecto cultural siempre se
presenta cuando se habla de
desigualdades y en este caso no es
la excepción, no hay consciencia de
parte de las personas empleadoras
para apoyar a las mujeres
trabajadoras en esta situación
que atraviesa todo el mundo. Esto
se comprueba al no brindarles
seguridad de cuando volverán a
reincorporarse a su trabajo, les niegan
el sueldo por el tiempo en que no
sigan asistiendo, no les proveen las
medidas de seguridad adecuadas
para evitar ser contagiadas en los
trayectos que realizan para acudir a
sus empleos.
Si bien es necesario que las
autoridades federales, estatales
y municipales realicen acciones
para garantizar la protección de los
derechos laborales de las mujeres
dedicadas al trabajo doméstico,
difícilmente se logra un cambio
sustancial cuando de parte de los
particulares sigue predominando
una cultura que no ayuda en
erradicar la problemática social que
enfrentamos.
Conclusión
Como se ha analizado, la mayor
parte de las mujeres que trabajan
en el sector informal no perciben
un ingreso garantizado, seguridad
social ni acceso a créditos. Por lo
tanto, debido a las recomendaciones
de los gobiernos de permanecer
en casa, los ingresos de estas
mujeres se han visto seriamente
vulnerados, poniendo en riesgo la
garantía de poder cubrir al menos
las necesidades básicas de ellas y
de los familiares económicamente
dependientes.
La seguridad social no está vista
desde un aspecto de derechos
humanos, por el contrario, se visibiliza
solamente como un derecho
laboral, y ahí se encuentra el meollo
de la complicación. Debido a las
desigualdades, brechas y condiciones
que afectan en mayor medida a las
mujeres, éstas no tienen acceso a
ello, convirtiéndose en un privilegio
de unas cuantas personas, en su
mayoría hombres e hilando más fino,
hombres con acceso a un trabajo
formal.
Aunado a lo anterior, se ha
demostrado por un estudio realizado
por Coneval, que el acceso principal
de las mujeres a servicios de salud
es mediante otros familiares que les
transfieren ese beneficio, no como
titulares de ello.
Mientras las mujeres sigan viviendo
estigmatización, seguirán siendo
víctimas de brechas laborales,
tendrán mayor ingreso en los
empleos informales gracias a
las tasas de desempleo femenil
producto de discriminación laboral,
subempleos y mayor presencia en
los sectores de menor ingreso, la
problemática subsistirá y aumentará
a pesar de que en determinado
momento logremos erradicar la
situación de la COVID-19, encargado
de potencializarlo.
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