Page 34 - Vida de San Agustín
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seguridad  y  estabilidad  emocional  ante  la  incertidumbre  de

                  una  verdad  cada  vez  más  oculta.  Lo  que  él  más  detestaba


                  era  el  comportamiento  de  sus  estudiantes.  Darle  clase  a

                  aquellos  jóvenes  indiferentes,  laxos  y  díscolos  que  no


                  valoraban  su  trabajo,  le  causaba  mucho  sufrimiento;  sentía

                  que  desperdiciaba  su  tiempo  y  su  trabajo  que  tanto  le


                  costaba. A pesar de que la enseñanza era su vocación y de

                  que algunos estudiantes sabían aprovechar aquellas delicias

                  de  materias,  cargadas  de  vitalidad;  buscaba  encontrar


                  mejores condiciones para enseñar y para ganar fama.




                  ¡Pobre  Agustín!,  en  su  deseo  de  perfección  vivía  en  un

                  mundo  imperfecto.  La  excusa  de  encontrar  mejores


                  estudiantes para llenar sus vacíos, lo obligó a viajar a Roma

                  donde  pensaba  encontrar  buenos  discípulos,  llenos  de


                  entusiasmo, aplicados y apasionados por la sabiduría. Así se

                  fue, según él, dejando atrás la miseria que lo envolvía y las


                  costumbres  que  lo  privaban  de  encontrar  la  verdad.  Sin

                  embargo, llevaba consigo el corazón vacío y sediento porque

                  en mucho tiempo de estadía en Cartago, no lo pudo llenar.














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