Page 30 - Vida de San Agustín
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elevarse por la cima de la reflexión y la contemplación,
entraba en conflicto con sus solicitudes, quehaceres y
costumbres cotidianas. La ilusión de tener un hijo fue para
Agustín de gran ayuda, a tal punto que lo consideró como un
regalo de Dios en medio de aquella lucha interior. A ese hijo
le puso el nombre de aquella experiencia, Adeodato, regalo
de Dios. Aun así, nada sustituía el anhelo de la verdad,
incoado en su corazón.
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