Page 28 - Vida de San Agustín
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CAPÍTULO SEIS









                  A

                                hora,  ¿a  dónde  ir?,  ¿a  dónde  buscar  satisfacción?


                                En  estas  andaba,  cuando  un  buen  amigo,  viendo

                                sus angustias colocó en sus manos un libro. Alguien


                  pudo pensar, “un libro más de tantos que han llegado a sus

                  manos”; pero un libro en manos de Agustín, no era cualquier


                  cosa.  Un  libro  era  un  libro,  es  decir,  un  tesoro.  Así  que

                  comenzó  la  lectura  de  aquel  tesoro  entre  el  ajetreo  de  su

                  trabajo  y  la  insatisfacción  de  su  vida;  cada  día  dejaba  un


                  tiempo para avanzar en la lectura y entre más lo leía más se

                  apasionaba por aquel maravilloso regalo del amigo. Terminó


                  de  leerlo.  Lo  leyó  una  y  otra  vez,  cada  vez  con  mayor

                  entusiasmo.




                  Estaba impactado. Era un libro que le descubría un modo de


                  vivir en la sociedad sin caer en el aburrimiento que él sentía.

                  ¡Qué lástima que ese libro desapareció! ¡Con cuánta pasión





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