Page 6 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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cuando de una esquina apareció corriendo un niño, de unos

                  trece años de edad y detrás de él, dos hombres ya mayores.


                  No corrió mucho cuando aquellos hombres le arrebataban de

                  sus manos algunas monedas, que había robado en una tienda.


                  No se limitaron a quitarle lo robado, sino que, mientras uno lo

                  tenía de las manos, el otro laceraba su cuerpo con una correa.




                  Mónica, no soportó la injusticia, se acercó a ellos y metiéndose

                  entre los dos hombres, logró quitarles al niño. Le consoló, le


                  dio algunas monedas y se marchó. Aún no había terminado de

                  llegar  a  casa  cuando  experimentó  los  primeros  dolores  de


                  parto. Mandó corriendo a una vecina para que llamará a Marta,

                  la partera más confiable del pueblo, y esta, en el acto siguió


                  sus  órdenes.  La  vecina  consideraba  a  Mónica  como  una

                  madre, sus padres murieron cuando era una adolescente.




                  Corrió la partera a recibir al niño que Mónica con los dolores


                  de parto anunciaba. La partera, asustada, no sabía qué hacer.

                  El parto se miraba complicado.  Se asomaba al mundo un niño,

                  que de ningún modo debía morir.




                  Mónica y la partera, juntas luchaban por la vida del niño: la


                  partera  en  la  carrera  y  Mónica  en  el  dolor.  La  partera






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