Page 8 - Comparto 'Vida de San Agustín' con usted
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Nuevamente, la vecina, corrió a la cantina a darle la noticia a

                  Patricio. Cuando oyó que su mujer corría peligro y que el niño


                  estaba a punto de nacer, saltó de la banca, volcó la mesa y

                  dejó en el suelo a la mujer que lo acariciaba. Corrió a casa tan


                  rápido como pudo. Pero ya encontró al bebé en brazos de la

                  partera.




                  Después de unos días, cuando la emoción estaba pasando,

                  recordó  la  angustia  que  sentía  en  la  cantina  mientras  su


                  esposa sufría. Ahí comprendió cómo su corazón estaba tan

                  íntimamente unido al de Mónica.




                  El  genio,  con  su  pequeño  cuerpo  y  voz  rechinante,  dio  los


                  primeros gritos de inconformidad con el mundo que lo recibía.

                  Mónica por su parte, en silencio contemplaba las maravillas del


                  Señor.



                  A nadie se le ocurría pensar quién era el niño que había nacido,


                  solo lo intuía la madre que le daba a luz. Por eso dijo: “este

                  niño  será  grande.  Se  llamará  Aurelio  Agustín  porque  su


                  nombre será recordado por siempre, como el del emperador

                  Aurelio Agustín, unificador de culturas, promotor del progreso

                  romano, conquistador de territorios, apasionado lector.”.






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