Page 217 - Desde los ojos de un fantasma
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Todas las ciudades.
Todas las historias.
Todo contenido en una sola voz múltiple.
La palabra.
Las palabras.
Sara salió del ascensor pero se quedó junto a los pequeños fantasmas
contemplando aquel portento. Pasaron algunos minutos sin que nadie
reaccionara. Todos seguían en lo suyo. Hablando y escuchando.
Algún nuno reparó en la presencia de la niña y detuvo su descripción. Otro nuno
notó el silencio de su compañero y, al darse cuenta del porqué, frenó también sus
palabras. Tener tan cerca a Sara, la creadora de aquellos dibujos, era para los
habitantes de Espectra algo así como un prodigio.
Y así, poco a poco, un silencio, también muy hermoso, se fue apoderando del
espacio de aquellos sótanos.
Cabezas sin rostro y endebles ojos melancólicos se posaron sobre Sara.
Al cabo de un tiempo la niña rompió el silencio con unas sencillas palabras:
—Allá arriba, Lisboa y el mundo necesitan su ayuda. Sería bueno que todos los
hombres escucharan sus palabras. Así podrían recordar lo bellas que alguna vez
fueron sus ciudades.
Algunos nunos comenzaron a murmurar a sus compañeros. La idea no les
parecía del todo mal. La perspectiva de ser escuchados por alguien más que su
langui en turno les pareció atractiva.
—Al final, si quieren, pueden quedarse con los dibujos —prometió Sara.
El murmullo fue creciendo. Las caras vacías de los nunos se cubrieron de un
brillo fabuloso. Parecían rostros de obsidiana. Incluso los languis, de naturaleza
perpetuamente extenuada, parecieron insuflarse, por un momento, de una insólita
energía.

