Page 227 - Desde los ojos de un fantasma
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TRES horas después, la alarma se desató en el cuartel general de Smileys & Inc.
& Inc. & Inc. & Inc. Míster Wilkins ordenó que el Consejo de Administración se
reuniera de emergencia. Como es lógico suponer, a esa cita no asistieron ni
Míster Ru, ni Míster Pro Tercero, ni La Voz del Sentimiento (o como quiera que
ahora se llame).
—¡Nuestra misión en Lisboa ha fallado! ¡Son todos ustedes una sarta de
imbéciles! —estalló Míster Wilkins contra sus empleados, al tiempo que el perro
chihuahueño se paseaba gruñendo por la sala de juntas—. No solo perdimos el
primer lugar de las listas de popularidad. Me reportan que ahora un grupo de
payasos disfrazados de la bola número 8 del billar están realizando un maratón
de llamadas para recordar cómo era el mundo antes de que apareciéramos
nosotros. Pero esto no se va a quedar así…
Y entonces el timbre del celular de uno de los asistentes a la reunión interrumpió
el discurso de Míster Wilkins.
—¿De quién es ese maldito teléfono? —preguntó enfurecido el productor
general.
El aparato sonó cuatro o cinco veces más, pero su dueño se negaba a contestar
por temor a las represalias.
—¡Si en tres segundos no aparece el responsable de esta interrupción los corro a
todos! —estalló Míster Wilkins.
Entonces al ejecutivo dueño del aparato no le quedó más que aceptar su culpa.
—¿Cómo se llama usted?
—Frank…
—¡El nombre que le puse yo! No el estúpido apelativo con el que lo conocen sus
padres.
—Me llamo H22.22 —respondió el ejecutivo.
—¡Está despedido! —gritó Míster Wilkins, al tiempo que le arrebataba el