Page 97 - Desde los ojos de un fantasma
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se escuchaba el ronco gruñido de Guapo, señal de que ya había encontrado un
zapato a su gusto. Entonces el empleado tenía que levantar la mano señalando
que él había sido el elegido, los demás miembros del consejo lanzaban un
suspiro de tranquilidad y Míster Wilkins repetía las mismas palabras de siempre:
—Señor Fulanito, cuando regrese a su departamento quiero que despida a tres de
sus subordinados.
—¿Con qué argumento?
—Por ineficiencia y falta de interés en su trabajo.
—Sí, señor.
—Así aprenderán a ser responsables.
A estas alturas, casi siempre, los colmillitos del Guapo ya habían comenzado a
rasgar el calcetín del ejecutivo.
Tres miembros del departamento de Contabilidad fueron sacrificados aquella
mañana, pero la cosa no paró allí. Después del desagradable incidente, Míster
Wilkins comenzó a caminar alrededor de la mesa como un buitre hambriento en
busca de carroña. Parecía que su mezquindad aún no había sido saciada por
completo.
Mientras caminaba, todos los presentes contenían la respiración. Sobre todo
cuando Míster Wilkins se colocaba a sus espaldas y ellos no podían seguirlo con
la mirada.
Tac-tac-tac-tac, retumbaban sus pasos por la sala de juntas.
De pronto el productor se detuvo detrás del Jefe de Estadística. Puso las manos
en los hombros del ejecutivo con tanta fuerza que, más que un gesto de apoyo,
parecía que Míster Wilkins quisiera impedir que el hombre se levantara de la
mesa. Entonces comenzó a interrogarlo con una falsa cordialidad.
—¿Cuántos países existen en el mundo?