Page 83 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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valiente de los dos amigos.


               —Peor aún si está llena de alimañas malignas —interrumpió el alcalde—. ¿Qué
               clase de bichos son esos?


               —No son bichos, son cacas fosilizadas de animales que vivieron aquí hace
               millones de años.


               Zipitochi entero se soltó una carcajada que parecía no tener fin. Nunca nadie
               había oído hablar de cacas fósiles, ni siquiera de fósiles comunes y corrientes (si
               algo así puede ser común y corriente).


               —¡Ay, no! —se lamentó Fidel —. Te dije que nunca nos creerían, Martina.


               El alcalde dio la señal para que salieran los camiones de carga a buscar toneladas
               de grava y arena para tapar la zanja. Martina trepó hasta el balcón y se dirigió al
               pueblo.


               —¡Escuchen! Ya viene en camino el doctor Ordovico Piedrita, que es un experto
               en coprolitos...


               La gente volvió a estallar en risas histéricas.


               —Lo que Fidel y yo encontramos en la zanja es muy importante porque es como
               un museo gigante y único. Está en Zipitochi y a nosotros nos toca unirnos para
               cuidarlo todos juntos —insistió Martina desesperada.


               —¡Qué museo ni qué museo! Esa grieta no sirve de nada y la vamos a tapar —
               concluyó el alcalde.


               En ese momento, sin embargo, varios autobuses del Instituto de Geología de la
               Universidad Nacional llegaron al centro de Zipitochi. Primero descendió el
               doctor Ordovico Piedrita, un tipo bajito y rechoncho con un gran bigote pelirrojo
               al estilo Zapata. Llevaba sombrero, botas vaqueras y una bata blanca de
               laboratorio. Junto a él comenzaron a descender varios investigadores vestidos
               como exploradores, con pantalones cortos, chalecos con varios bolsillos e
               instrumentos colgando, botas y cascos con focos.


               —¡Estamos listos para comenzar la excavación! —dijo orgulloso el doctor
               Piedrita mostrando una sonrisa gigante, como de T. Rex.
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