Page 118 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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No sé, querido Arroyuelo, qué te habrá susurrado en el alma la crónica de

               Nivlak. Como dije, al principio yo tampoco sabía lo que me había murmurado a
               mí, pero con el paso del tiempo fui descubriendo el reflejo de un libro en el
               espejo que se formó en mi imaginación después de la lectura.


               Si de un lado de la balanza estaba La flecha certera de Cupido, del otro debía de
               estar Fantasmagoría fácil. Eso fue lo que me dejó por esta vez el Tremendario:
               las ganas de escribir un libro, un libro con el que pudiera enseñarle a Daniel
               todos los secretos que debía conocer para convertirse en fantasma.


               ¡Ya me lo estaba imaginando! Tendría la portada en colores negro y naranja;
               letras góticas muy pero muy misteriosas anunciando el título: Fantasmagoría
               fácil; una fotografía mía posando cerca de una chimenea encendida, muchos
               libros en desorden detrás y tal vez colgadas en la pared las cabezas de diferentes
               animales: un toro, un antílope, un ravacanto.²


               Edición de lujo con tapa dura. Papel couché del mayor gramaje. Ilustraciones
               completamente a color, hechas por algún pintor de renombre. Veinte mil
               ejemplares para empezar. No, de una vez cien mil. Promoción en radio, cine y
               televisión, mucha televisión. Doscientas cuarenta páginas. Reseñas en el New
               York Times, El País y Le Monde. ¡De verdad, qué hermoso libro!


               En el prólogo incluiría… Tal vez sería conveniente meter un… Según mi
               experiencia podríamos abrir con…


               Bueno, el primer capítulo comenzaría con una profunda disertación sobre la…
               Aunque quizá sería mejor un… No, no, no… lo conveniente en estos casos
               sería…


               Bueno, bueno, ya llegaría la idea para el primer capítulo porque el segundo sí
               estaba bien claro: ahí metería unos… Y posiblemente otros… aunque los unos
               están bien, pero los otros, pues son los otros… y
               ¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!


               ¡No se me ocurría nada!


               Como verás, Kidman por tres menos uno, sabía que tenía que escribir un libro,
               tenía el título, la portada, los nombres de los periódicos en los que aparecerían
               las reseñas, pero nada más. Lo realmente importante no existía.
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