Page 117 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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Drumena Kaya eligió, pues, el llanto para acompañar la tristeza, y así llegaron

               las primeras aguas en forma de lágrima.

               Y esas lágrimas entristecieron a todos los que estaban por allí y formaron más
               lágrimas. Y así, todos juntos lloraron y lloraron hasta que se formó un pequeño

               lago al que habrían de llamar Amor.

               Tres estaciones después llegó un invierno de horribles atardeceres.


               —Ese sol que se oculta no me trae ningún recuerdo —dijo Drumena Kaya, y
               entonces las lágrimas de todos dejaron de escurrir.


               —Yo puedo inventar barcas para cruzar el lago —aseguró Julio, el inventor.


               —Yo puedo inventar lagos para cruzar la barca —aseguró Elisewin.


               —Entre Julio y Elisewin han inventado el espejo —aseguró Benice—. Miren,
               todos nos reflejamos en el Amor —dijo señalando el lago.


               Y al verse en un espejo por primera vez, la mitad sintió alegría y la mitad sintió
               terror.


               Así habrían de surgir los amorosos y los desamorosos.


               Los que dan y los que esperan recibir.

               Los unos y los otros.


               Así, y sólo así, fue, porque escrito está en la arena de una playa de Shakur.


               Terminé de leer el texto y quedé aturdido. Intuía que en él había algo oculto para
               mí, pero no conseguía saber exactamente qué. Así pasa siempre con las buenas
               historias: cada quien saca de ellas lo que más le conviene.


               Y es que los libros son como los menús de un restaurante: a todos los
               comensales se les reparte uno idéntico, pero mientras algunos disfrutarán de
               unos camarones al ajillo, otros se volverán locos por un buen corte de carne. Sin
               embargo, al final de la comida, tras degustar diferentes platillos, todos estarán de
               acuerdo en afirmar “¡Qué buenas cosas sirven en Casa Chong Lee!” (perdona

               que me apropie del ejemplo, pero ser chef siempre ha sido uno de mis sueños).
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