Page 125 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
P. 125
—¿Qué tengo que hacer?
—¿Tienes dónde apuntar?
—¿E-es mu-mucho lo que va-vas a deci-cirme? —pregunté temeroso por el
cuentón que tendría que pagar.
—No, son unos cuantos puntos.
—Empieza pues, prima, aquí tengo una pluma a la mano.
Y entonces Erato se soltó con una larga retahíla de indicaciones:
—Primero hazte el interesante, los escritores se creen interesantísimos; segundo,
cómprate un sobretodo⁵ gris y vete a escribir a un café, de preferencia en el
barrio intelectual, seguro que en tu ciudad tienen uno. El caso es que la peña vea
que eres un escritor. Tercero, utiliza palabras de oscuro significado, como
lánguido, ósculo, dilecto, oprobio, nefando o chirigota; estás apuntando,
¿verdad, Chong Lee?
—Sí, no te preocupes —dije mientras agradecía mi paso por la Escuela de
Taquigrafía.
—Y el cuarto punto va muy ligado al tercero: cuando ya tengas una lista de
palabrejas extrañas trata de utilizar varias en una misma frase. Se me ocurre, por
ejemplo, que puedes empezar tu libro con algo así: “El lánguido ósculo pareció
más un oprobio que una chirigota”.
—¿Tú crees? —pregunté dudoso, porque Erato será una gran musa y todo lo que
tú quieras, pero aquella frase me parecía poco adecuada para iniciar un curso de
fantasmagoría.
—Por supuesto, primo. En esos cuatro puntos se encierra el secreto de la buena
escritura.
—Uno, hacerme el interesante; dos, lo del sobretodo y el café; tres… —y
empezaba a enumerar los consejos que debía poner en práctica lo antes posible
cuando escuché una explosiva carcajada.
—¿De verdad te creíste todo lo que dije, Chong Lee? —preguntó mi prima