Page 39 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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Antes de continuar debo sincerarme contigo y aceptar con franqueza que
nosotros no llevamos una buena relación con los bebés. Por eso al sentir aquel
¿Por qué estás tan triste? traté de seguirme de largo, pero el pequeño era de
carácter tenaz y continuó con su insolencia.
Yo pensé que ustedes estaban cerca de la supresión de todo deseo, afirmó
presuntuoso cerrando tres veces el ojo izquierdo y formando con la boca algo
parecido al pico de un albatros.
—Tal vez yo añoro aún muchas cosas —le contesté sin poder aguantarme más
—, pero son cosas bellas. Tú eres todavía muy pequeño; sin embargo, dentro de
un rato serás igual a todos los humanos: trabajo, trabajo y más trabajo será tu
única obsesión… Y además, niño tonto, a mí no me envuelven como si fuera un
tamal.
Me contestó entonces con otra de sus frasecillas enigmáticas: La ausencia de
movimiento es buena para acercarnos al alma.
—¡Ay, sí! Mucha alma, mucha alma —le refuté casi al borde de mis cabales—,
pero te pasas medio día expulsando vómitos blancuzcos y agrios. No sé por qué
estoy hablando contigo…
Entonces desaparecí dejando al pequeño solo, abandonado junto con sus
absurdos pensamientos, con su lenguaje de malabarista loco.
Y aunque nadie, ni siquiera Solenti, pudiera augurarlo, éste fue el comienzo de
una hermosa amistad.