Page 37 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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movimiento, cada balbuceo, el cerrar de un ojo, el batir de los brazos significa

               algo. Y cuando platican contigo ese algo se te mete en la cabeza en forma de
               pensamiento.

               A los bebés no los oyes, los sientes. Es como con el frío, el calor o el hambre: no

               los escuchas, nunca los has visto, pero algo te dice que han llegado y que debes
               reaccionar.

               Es lo mismo que pasa con el primer vientecillo de la tarde. Al sentirlo dirás:

               “Tengo frío, voy a ponerme un suéter”; pero tu hermano, sentado tan sólo a
               veinte centímetros de ti, dirá por culpa de ese mismo vientecillo: “Hoy me siento
               triste”. El lenguaje de los bebés es parecido a ese viento.


               Pero como esto pretende ser una biografía y las biografías son documentos
               serios, he decidido, con todos los riesgos que esto conlleva, tratar de traducir en
               palabras concretas los mensajes que Daniel me lanzó en aquella primera época.


               Tiempo después el pequeño comenzó a utilizar el idioma que tú y yo
               dominamos, lenguaje de palabras menos certeras, frágiles. Pero no nos
               adelantemos; para escucharlas aún falta mucho.
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