Page 62 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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COMO a las dos horas Daniel me despertó con un extraño mensaje: Siento que
tu amor es tan potente como el batir de alas de una mariposa.
Para expresar esto el pequeño realizó un hermoso movimiento que parecía
simular el vuelo de una mariposa blanca en medio de la primavera más verde de
Vivaldi. Pero a mí la cabeza me explotaba por culpa de la borrachera y me sentía
muy mal, así que decidí no contestar nada (para ser honesto, debo aceptar
además que no entendí muy bien lo que quiso decir el bebé).
Es mejor que te vayas, dentro de poco será la hora de mi segunda cena, anunció
el pequeño.
Volteé teatralmente hacia el ventanal para intentar encontrarme con la luna, que
es el gran consuelo de los enamorados, pero quién sabe cómo el pequeño adivinó
mis intenciones:
Hoy no hay luna, así que lo más romántico que puedes ver desde esa ventana es
tu propio reflejo. Linda metáfora de la óptica que te enseña que el amor está
dentro de uno mismo.
Para un fantasma con resaca no hay nada peor que un bebé en plan de filósofo,
así que todavía animado por el efecto de la leche contesté arrogante:
—No me importa lo que tú, la óptica o los diez mil sabios opinen del amor. Yo
sé que mis dos corazones son únicamente para Grete y con eso me basta.
Sin despedirme atravesé la pared, llegué al patio y fui a llorar mi pena al
tendedero, entre la ropa húmeda de la familia Isla. Ése era mi sitio, yo no era
más que un trapo medio crudo expuesto al viento de la noche. En mí no cabía
ninguna primavera, ninguna.