Page 23 - ¿Quién fue mi abuela Emilia?
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Rico y Antonia Muñoz. Antonia era una española que después de tener a sus
hijas enfermó de tal modo que se le infló el abdomen, y eso la hacía verse muy
gorda. Cuando murió descubrieron que tenía un tumor. Por cierto, ella es la única
española de la que tengo noticias en mi familia… ¡y es mi tataratatarabuela, mi
trastatarabuela o mi cuadriabuela!; o sea que yo soy su chozno, ¿o es al revés?
Nunca lo he sabido. En todo caso, eso quiere decir que si mis antepasados, como
los de tantos otros en México, vinieron de España, seguramente llegaron durante
la época de la Colonia.
El esposo de Antonia era José María Rico, que había intervenido en la reforma
del sistema educativo en México —promovida entonces por los liberales—,
ayudando a que la primaria se extendiera desde tercero hasta el sexto año. José
María Rico también fue un filántropo que legó sus bienes para obras de
beneficencia: por orden testamentaria, en 1843 creó dos escuelas primarias para
niños pobres. Hoy una calle en la ciudad de México lleva su nombre. Esa calle
está en la colonia Del Valle, que fue fundada a fines del porfiriato. Muchas calles
de esa colonia llevan nombres de filántropos del siglo XIX.
José María Rico era hermano de Soledad Rico, madre de Joaquín de la Cantolla
y Rico, que construyó un globo de aire caliente con el cual sobrevoló la ciudad
de México en 1863, sorprendiendo a la población al verlo por los aires en la
canastilla de aquel artefacto de terciopelo rojo decorado con flecos dorados.
Durante el Porfiriato se popularizarían mucho sus globos aerostáticos. Se le
suele considerar como uno de los pioneros de la aeronáutica, y hasta la fecha se
sigue oyendo el término “globo de Cantolla”.
Pero volvamos al capitán Barrón y a su esposa Emilia. Ellos tuvieron una hija en
1873 —justo un año después de que muriera Juárez—. Se llamaba Matilde y era
todavía muy niña cuando murió su padre en Tepic. Después de quedar viuda,
Emilia Rico se volvió a casar, con un hombre apellidado Landa, de quien tuvo
otra hija, Noemí. Aunque solo eran medias hermanas, Matilde y Noemí siempre
fueron muy cercanas. Emilia Rico moriría poco tiempo después, pero hasta su
muerte fue fiel a ciertos ideales liberales y anticlericales que seguramente
compartía con su esposo, y que en el lecho de muerte le hacían detestar a los
curas que le ofrecían para la extremaunción: “¡No me traigan a esos zopilotes
negros!”, decía antes de morir.
Matilde, mi bisabuela, era una mujer con talento para muchas cosas, pero
especialmente para el dibujo: por varios años realizó dibujos a lápiz, sobre todo