Page 31 - El secreto de la nana Jacinta
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La nana Jacinta terminó así su primera narración. Bernardo la había escuchado
               atentamente, y después de darle un sorbito al chocolate exclamó:


               —Lo siento mucho, nana. Nunca imaginé lo difícil que te había sido llegar a
               nuestro reino.


               El niño descubrió que la negra lloraba un poco, triste por los recuerdos que
               acababa de narrar. Entonces Bernardo se acercó a ella, le dio un abrazo fuerte y
               animándola le pidió:


               —Vamos, ¿qué tal si me cuentas la siguiente historia? Me prometiste tres.


               —Es verdad, negrito. Aquí te va —contestó Jacinta, secándose las lágrimas.


               Y así, tras unas palmaditas en la mano de la negra, Bernardo dio otro sorbo al
               chocolate mientras la nana comenzó a contar el segundo relato.
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