Page 33 - En estado de GOL
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Le dije que no eres una niña, que ya tienes trece años, pero ni así me dejó. Por

               eso no pude despedirme, ni decirte nada, ni siquiera pedirte tu correo
               electrónico. Si tuviera tu correo…

               Y lo peor es que tu teléfono sigue descompuesto. No creo que esté descolgado. A

               lo mejor lo cambiaron por otra línea porque no es posible tener un teléfono fuera
               de servicio durante tanto tiempo aunque cada miembro de la familia cuente con
               un celular.


               Yo de celulares sé mucho porque mi papá se dedica a venderlos en toda América
               Latina. Es un ejecutivo de ventas y se la pasa viajando, por eso no vemos el
               objeto de mudarnos, si de todas maneras no está en casa la mayor parte del
               tiempo.


               ¿Ahora entiendes lo que me sucede? Qué mala onda que no me pude despedir de
               ti porque podrías pensar que no me interesas, cuando en realidad pienso en ti
               todo el día y parte de la noche. A veces hasta sueño contigo.


               Ya le pedí a Mario que consiga tu correo electrónico porque tu teléfono, por lo
               que veo, no tiene para cuándo funcionar. Nadie contesta. ¿O es que también te
               cambiaste de casa como yo? No lo quiero ni imaginar.


               Si te mudaste, quizá también te inscribieron en otra escuela y dar contigo sería
               dificilísimo o imposible y me dolería toda la vida haberte perdido así, por una
               necedad de mis padres que piensan que sigo siendo un niño.


               Mario me prometió, si fuera necesario, ir a tu casa aunque no lo conozcas. Es mi
               mejor amigo desde la primaria; desde tercero, para ser exactos. Yo le soplaba las
               tablas de multiplicar porque siempre he sido muy bueno para los números, y él
               me dejaba ver todo lo de Español. Es muy bueno escribiendo, me enseñó
               pequeños trucos que me han ayudado mucho a mejorar mi ortografía. Me
               mostró, por ejemplo, cuándo ponerle acento a él.


               Claro que tú lo debes de saber muy bien, pero yo, que soy un distraído de
               primera, no entendía por qué él a veces se acentúa hasta que Mario me dijo que
               él con acento es un pronombre que acompaña al verbo: él tiene un zapato y el
               zapato es café. Me quedó claro que si él es pronombre, se acentúa.


               Pero vuelvo a mi enojo: no haberme despedido de ti me puso de muy mal humor
               o, mejor dicho, me entristeció, como un perro que se pasa la noche ladrándole a
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