Page 82 - En estado de GOL
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EL LUNES de la semana pasada me sucedió algo que no le he contado a nadie
               más que a mis papás y a Mario, y que por alguna razón que desconozco quiero
               decirte a ti. Pienso que me comprenderás, incluso que me darás un consejo. Tuve
               que pegarle a un compañero de la escuela.


               “¡No manches!”, se alarmó Mario. “¡Qué grueso!”


               Pasé por una situación que jamás imaginé y que no he podido olvidar. Pensé
               mucho si les decía a mis papás porque ellos también tienen sus propios
               problemas.


               Mi mamá, ya te dije, anda busque y busque trabajo, además de que está un poco
               de malas aunque diga que todo lo toma con filosofía. Aún no ha tenido suerte.
               La han entrevistado en tres laboratorios y no sabe si van a llamarla.


               Mi papá está muy cansado porque cuando no está de viaje le muestran las
               sucursales que venden los teléfonos celulares que maneja su empresa. Digamos
               que mi papá tiene que meter a raya a todos sus clientes, que son muchísimos. Y
               en cada sucursal hay un problema, y con tantos, está con una gastritis horrible.


               No quería inquietarlos, pero me acordé de que un día mi papá me pidió que le
               tuviera confianza, que cualquier cosa que quisiera contarle lo hiciera porque me
               iba a entender y me iba a ayudar. Me aseguró que podía hablarle de cualquier
               cosa.


               También me acordé de que a Zizou lo expulsaron catorce veces, de las cuales
               sólo tres fueron por doble amarilla. Sus expulsiones se debieron, por ejemplo, a

               un codazo, un puñetazo, un pisotón o un golpe. A veces, como que no tienes más
               remedio que frenar al otro, ¿no es cierto?

               A mí no me gustan las broncas. Ya te conté que soy más bien tranquilo. Además,

               en el karate aprendes que ése es sólo un medio para defenderte, no para atacar.
               Pero te juro que no me quedó más remedio que actuar.

               Se lo tuve que decir a mi papá porque además pensé que me podían expulsar de

               la escuela. Tiene ventajas que tu papá no sea gruñón, se interese por tus cosas y
               trabaje en una compañía que vende teléfonos celulares, porque todos usamos uno
               muy bueno. El mío tiene cámara, y cuando me subo al autobús para ir a la
               escuela lo cuido como oro porque no quiero que me lo roben. Lo llevo por
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