Page 181 - El disco del tiempo
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—Yo fui por él. Sin saberlo. Viajé a través del disco y lo recogí de esta misma
fosa. Miles de años atrás, no sé cuántos —dijo la muchacha.
—Nuria descubrió por azar el mecanismo psicológico del disco. Y estuvo en este
lugar, en el año 1600 antes de nuestra era. Asistió al momento en que los
sacerdotes festios depositaron el disco en la fosa —Philippe observó que Dimitri
perdía su aplomo. Parecía un niño a punto de llorar.
—Mi visita al pasado terminó cuando los muros y el suelo de este mismo lugar
comenzaron a cimbrarse por la fuerza de un sismo, profesor. Usted debe saberlo.
Fue el sismo que destruyó los palacios minoicos, diecisiete siglos antes de Cristo
—completó Nuria.
—El disco es un oráculo —murmuró Dimitri con voz trémula—, ¿saben lo que
es un oráculo?
—Más o menos —contestó el muchacho.
—Es el lugar de la palabra, el sitio de las revelaciones, pero las revelaciones casi
nunca acontecen… No pongo en duda sus palabras, señorita Fuentes, yo estuve a
punto de romper el tiempo a través de este objeto que me ha obsesionado durante
tantos años. Déjenme sostener su disco en mis manos.
Nuria le alargó a Dimitri el objeto.
El profesor aproximó la lámpara al disco de Nuria y observó con detenimiento.
Palideció.
—Esto no existe —repuso con voz seca— ¿entienden? No existe. Son átomos de
ambigüedad, moléculas de duda, polvo extraño.
Dimitri lloraba. Sostuvo el disco de Nuria en alto, con la mano derecha, y lo
arrojó al lecho de roca de la fosa número ocho de la casa ciento uno al noreste de
Festos.
El disco resonó en un lamento que era una palabra y se rompió en tres pedazos.
Dimitri apagó su linterna y los dos muchachos quedaron sumidos en la oscuridad
y el silencio.