Page 180 - El disco del tiempo
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—¿A dónde va, profesor?


               Nuria y Philippe estaban parados a sus espaldas. Nuria sostenía entre sus manos
               el Disco de Festos. Dimitri los vio como al final de un largo corredor mal
               iluminado. Se incorporó apresuradamente, la serenidad perdida.


               —¿Qué diablos hacen aquí? Festos está cerrado para los visitantes a esta hora.
               ¡Fuera!


               —Profesor —Nuria habló suavemente—, ¿acaso va al pasado a recoger este
               objeto?


               Y le mostró a Dimitri el disco en su mano.


               —Sabemos que mintió, profesor —lo acorraló Philippe—. Usted robó el disco…
               ¿o debería decir que lo sustituyó por uno falso? Y dejó que las sospechas
               recayeran sobre Mijalis. ¿Qué seguía en su plan?, ¿meternos a la cárcel a
               nosotros?


               —¿Qué saben ustedes? ¡Nada! Ni siquiera están a la altura del misterio para el
               que los escogí, no tienen ojos para tanta belleza, ni palabras.


               —No nos subestime, Dimitri Constantinopoulos —dijo Philippe con dureza—,
               el disco por el que se arriesgó y sacrificó a un amigo, el disco que en este
               momento sostiene en sus manos y a través del cual quería penetrar en los estratos
               del tiempo… es falso.


               —Éste es el verdadero, profesor —Nuria puso el disco a la altura de los ojos de
               Dimitri.


               —Si no puede distinguir sus particularidades —prosiguió Philippe— yo se las
               enlistaré: mensaje en espiral, grupos de signos separados por incisiones, etcétera,
               etcétera, pero estos signos no están limpiamente impresos con tipos móviles (lo
               que ha chocado siempre a los estudiosos, Gutenberg antes de Gutenberg), fíjese
               bien, sino escritos a mano, con una punta, arañados en la arcilla…


               —¡Mienten! ¿Dónde obtuvieron ese disco?, ¿en el mercado de artesanías?
               Déjenme adivinar su antigüedad. ¡Oh, sí! —sonrió, con amarga ironía— data de
               la semana pasada.
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