Page 15 - Diario de guerra del coronel Mejía
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pelotón de fusilamiento, como le ocurrió al otro coronel (el coronel Aureliano
Buendía), creo que habría bastado con ponerlo frente a una fila de autobús o
frente a una pantalla de televisión o un tablero de ajedrez, que para estos tiempos
modernos, cualquier cosa ayuda a que el recuerdo nos asalte, y no es necesario
que haya un regimiento listo para disparar sobre uno.
Lo cierto es que, haciendo a un lado mis gustos literarios, preferí iniciar el relato
poniendo la última página del diario de guerra del Coronel justamente al
principio porque lo creí más conveniente. Tal vez se trata de la página más
importante de su bitácora: aquélla en que afirma haber cumplido con su
obligación de soldado al acabar por fin con Bola de Arroz, el mismo día en que
dejó para siempre la infancia.
Como podrás observar sin dificultad, el diario del Coronel no comienza con
dicha página: yo me tomé la libertad de arrancarla de su sitio y ponerla al
principio para lograr un mejor efecto (si miras unas líneas más adelante, puedes
cerciorarte: el diario inicia en realidad el 24 de mayo de 1942).
Se me ha ocurrido —tendrás que perdonarme— comenzar esta historia en el
mismo momento en que el Coronel dejó para siempre de ser niño (no es cosa
fácil acabar para siempre con un enemigo) y enseguida correr hacia atrás, al
principio del diario, con una sola idea: que la guerra cambia a las personas, y el
coronel Alfonso Mejía no fue la excepción.
A partir del 15 de agosto de 1942, día de su cumpleaños número diez, el Coronel
no volvió, jamás, a ser el mismo.
Sun Tzu ha dicho: “La guerra es un asunto de importancia vital…”.