Page 65 - Escalera al cielo
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y treparas como siempre por su espalda.
Entonces los planetas fuera de órbita,
regados por el negro asfalto, rebotando, rebotando.
¿Tú, qué podías hacer para salvarla? Nada.
Así son las cosas, escuchaste que dijo uno de los
diestros camilleros, cuando a la una, a las dos
y a las tres, ¡hop!, levantaron su cuerpo,
que levitó unos segundos frente a ti y entró,
con los pies por delante, en la ambulancia.
Quienquiera, si se fija bien, la hallará todavía
en alguna esquina de aquella ciudad, junto
a su fantasmal semáforo, haciendo levitar
sus mágicas pelotas de colores.
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Y así seguiste, yendo lejos y huyendo
de un lugar a otro. Conociste gente diversa
y tuviste ricas experiencias,
aventuras y desventuras,