Page 61 - Escalera al cielo
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No dejabas de correr y correr, querías ir lejos,
y sí, llegaste demasiado lejos en tu ciega huida;
hasta no saber dónde estabas parada, porque
empezaste a hundirte. El suelo era blando, húmedo
y pegajoso. Quisiste salir de ahí, pero entre más luchabas,
más te hundías. Tu cuerpo, hundido ya a medias
en el fango. El grito atorado en la garganta.
Pensaste en tu mamá, en mí; en tu cama seca,
limpia y tibia, ahora tan lejos. Y así te hundías,
en el frío lodo, que te quería tragar entera.
Entonces un brazo, un brazo salido de la nada;
un brazo que no era el mío, pero que lo fue
dentro un antiguo sueño, te sostuvo.
Brazo fuerte, poderoso, que surgió
en el momento preciso. Te sostuvo y te jaló
hacia arriba, hasta quedar salva; sucia
como nunca en tu vida, llena de lodo