Page 108 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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ellos son tuyos.
Los días en que estaba de buen humor, todo aquello de esconderme me llegaba a
parecer un poco emocionante. Era algo así como convertirme en una espía de
verdad.
Los días en que estaba de mal humor, todo aquello me parecía tremendamente
aburrido. Aunque no soy ninguna experta en novelas de espías, creo que la
protagonista no suele acabar refugiada en un lavabo de chicas, comiendo
bocadillos de atún con mayonesa sobre un retrete averiado. Y yo sí acabé así. Me
sentaba sobre la taza del váter y me dedicaba a leer las cosas que la gente
pintarrajeaba sobre la puerta.
De modo que entre la Hormiga Reina, un amigo a mi pesar, el psicólogo de la
chistera y los largos recreos sobre el retrete, sentía que lo único bueno que tenía
en mi vida era algo que no existía: Rebecca Paradise. Rebecca era un secreto
estupendo que me ayudaba a soportar todo aquello. Era un secreto que me
ayudaba a vivir.
Un día, mientras planeaba su próxima aventura y sin saber por qué, saqué mi
pintaúñas verde del bolsillo y, con mucho cuidado y muy poco pulso, comencé a
escribir sobre la puerta del retrete: «Aquí se esconde Rebecca Parad».