Page 111 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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escuchó claramente el ruido de una colleja amortiguado por una coleta.
–¡Imbécil! –protestó Lavender.
–Bueno, ya la habéis visto –la cremallera silbó de nuevo. Fuera lo que fuera lo
que había mostrado a los otros dos, estaba claro que Sofía había vuelto a
guardarlo en su mochila–. La imprimiré esta tarde. Quiero que salgamos con ello
el lunes.
–Vale.
–Vale. ¿Ya podemos volver al patio?
Los tres salieron tan sigilosamente como habían entrado, y por fin pude tragar,
respirar y rascarme con fuerza la nariz, bastante intrigada.
Muy interesante. De pronto, la gran reina de las hormigas se comportaba como si
fuese la gran reina del espionaje internacional. Pero ¿por qué? ¿Para qué?
Un momento... ¿Espía internacional?
En aquel instante me di cuenta de por qué Sofía me resultaba tan familiar.
Y es que me recordaba a alguien muy muy cercano.
A alguien muy cercano que, sin embargo, no existía.
A Rebecca.
Maldición.