Page 143 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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A Álex no me entraron ganas de besarle como a George, pero con gusto le
               hubiera estrechado la mano para decir: «Hola, me llamo Úrsula y adoro oír
               hablar mal de mis enemigos».


               –¡¿Verdad que sí?!


               –Ha sido una asquerosidad. ¿Qué pasó en el psicólogo?


               Le conté con pelos y señales lo que nos había dicho George, tan detalladamente
               como te lo he contado a ti. Álex escuchaba atentamente sin interrumpirme con
               historias de gigabytes ni de antivirus milagrosos. Me escuchaba de verdad.
               Mejor que muchas personas mayores. Aunque me sorprendió lo que al final se le
               ocurrió preguntar:


               –¿O sea, que George le preguntó su nombre a Sofía y Sofía solo dijo «Sofía»?


               Se me puso de nuevo cara de vaca. De vaca que mira a un ternero bastante torpe.


               –Pues sí, ¿es todo lo que te importa?


               –Es que luego George dijo que Sofía y tú os apellidabais igual. ¿Cómo lo sabía?


               Pues eso era cierto. ¿Cómo lo sabía? Y ahora que me daba cuenta, también Sofía
               había llamado «George» a George. ¡Y fue al entrar él en el despacho cuando ella
               pareció asustada de verdad! Entonces, si ya se conocían, ¿por qué lo ocultaban?


               Rebecca acababa de llegar a una conclusión: George y Sofía compartían un
               secreto.


               –¡Oye! –salté–. ¿Sabes si Sofía había visitado alguna vez al psicólogo?

               –¿Sofía? No creo...


               –Pues yo empiezo a pensar que ya se conocían.


               –¿Solo porque el psicólogo sabía su apellido?


               –¡No! –recordé de pronto–. Hay algo más. George también me aseguró que Sofía
               era una gran periodista... y no creo que lo dijera por ese asqueroso reportaje.
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