Page 141 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–¡Sorpresa! –exclamó–. Mira, hoy vengo yo a tu casa, ¿qué te parece? ¿Por

               aquí? ¿Es ese tu cuarto? ¿Tengo que saludar a tu padre? ¡Hola, señor Jenkins!

               –Mi padre no está. Oye, ¿por qué no bajamos a tu casa, como siempre?


               –Me he peleado con mi madre –dijo Álex como sin darle importancia.


               «¿Problemas en el Computaraíso de los Mackenzie?», me pregunté, intrigada.


               –¿Y por qué te has peleado?


               –Porque no se entera de nada –fue la evasiva respuesta de Álex, que seguía
               avanzando hacia mi cuarto sin detenerse–. Bueno, ¿nos ponemos con el glob?


               –Te recuerdo que yo no tengo ordenador.


               –Pero tu padre sí. Podríamos usarlo.

               –No me lo deja si no está él delante.


               –¿En serio? –preguntó, y se desinfló como si hubieran anunciado que las
               Navidades habían sido canceladas–. Entonces... ¿qué hacemos?


               –Y yo qué sé –dije, dejándome caer sobre mi cama. Él lo hizo sobre la alfombra.


               –¿Hablamos de algo?


               Horror. Para Álex, «¿hablamos de algo?» solía significar «¿te cuento la última
               actualización de mi sistema operativo?». De hecho, en aquel momento me di
               cuenta de que Álex y yo nunca habíamos tenido una auténtica conversación de
               más de medio minuto. Me quedé callada con mi cara de vaca y se hizo el
               silencio.


               –Qué injusto eso que te ha hecho Sofía –soltó al fin mi amigo a mi pesar.
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