Page 163 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–No importa –sonrió Sofía–. Como la mayoría ya nos conocemos de clase,
hemos hecho un reparto provisional de tareas para el nuevo número según las
habilidades de cada uno. Lavender, léelo en voz alta.
Lavender, la mano derecha de Sofía, se levantó. Thomas, que debía de ser la
mano izquierda, se contentó con sacar un bloc y un bolígrafo para apuntar.
Lavender se aclaró la voz y fue leyendo en voz alta:
–Rod Perkins y Penelope Evans.
Un par de niños que parecía tan nerviosos como yo levantaron la mano.
–Penelope y Rod, nos gustaría que escribieseis una noticia sobre el nuevo
gimnasio. ¿Por qué no han terminado aún las obras? ¿Cuándo se inaugurará?
¿Tendrá duchas y vestuarios? Ese tipo de cosas.
Los niños tomaron nota, bastante contentos del encargo que les había caído en
gracia. La verdad, también a mí me parecía interesante. Si mi labor consistía en
eso, tampoco resultaría tan difícil. «Al habla Rebecca. Hay algo que apesta en el
nuevo gimnasio, y no son un par de calcetines sucios. Según testigos fiables, las
obras...».
–¿Maureen Delgado? –preguntó Lavender, y otra niña levantó la mano–. Tienes
que elegir un profesor de nuestro curso y hacerle una entrevista. Sácale todo el
jugo posible.
–Bien, vale.
–Angus Cox.
–¡Aquí, yo!
–Ya sé que eres tú, Angus –se rio Lavender–. Tú sacas las mejores notas en
redacción. Nos gustaría que escribieses un cuento o una historia para este
número. Algo para que los lectores se entretengan. ¡No todo van a ser noticias!
Estuve a punto de protestar. En realidad, de alguna manera sentía que aquella
tarea sí que se me habría dado bien. Decidí callarme y esperar. Sin embargo,