Page 215 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–Lo siento.
El mejor amigo de la niña que ya no tenía nombre se dio la vuelta.
–Lo siento de verdad, aunque no te lo jure. Fue una cerdada, que es peor aún que
una cerdereta. No me vuelvo a esconder. Ojalá me perdones para poder decirte
otra cosa.
–Te perdono –dijo muy serio.
–Gracias –sentía mucho alivio al haber recuperado a mi único amigo–. La otra
cosa que quería decirte es que se acabó Rebecca Paradise. Que no pienso seguir
escribiendo sus aventuras. Que el glob queda cancelado para siempre.
–Oye, pero...
–¿Y te importa que hoy vuelva sola a casa? No es que esté resfriada, no es que
sea alérgica a la lluvia ni que mis lombrices tengan varicela. Es que necesito
estar sola.
–Vale. O sea... claro, ¡ve!
Esperé pacientemente a que la clase acabara y, en cuanto me vi en la calle, corrí
bajo la lluvia hasta llegar a casa chorreando. Puesto que ya no era nadie, no me
importaba empaparme. Todo lo que quería era una palabra de consuelo, un
abrazo o un beso de papá. Tanto que hasta temblaba de impaciencia en el
ascensor.
El recibidor estaba a oscuras como el cielo, pero desde el comedor llegaba una
agradable luz eléctrica. Era una luz hacia la que te daban ganas de caminar.
Pero, cuando llegué al comedor, papá ya le estaba dando el beso a otra persona.
A mi profesora Leanne. Que de pronto se convirtió en mi sospechosa número
dos.