Page 238 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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Un pacto bajo la lluvia






               Mi padre siempre me repite que el día que nací les hice esperar muchas horas a

               mamá y a él. Y que seguramente es por eso por lo que desde entonces siempre
               llego tarde a todas partes.

               Y, sin embargo, aquella tarde fui tan tonta como para llegar diez minutos antes a

               la cita con mi gran archienemiga, en un parque solitario y encharcado sobre el
               que no paraba de lloviznar. El viento soplaba entre los árboles levantando
               escamas en la superficie oscura del estanque. Los patos se habían refugiado en
               sus casas de madera y los pocos niños que aún jugaban en la arena desaparecían
               de la mano de sus padres.


               Entonces me di cuenta de que aquel parque no me resultaba del todo
               desconocido. Una vez, siendo muy pequeña, mamá me había traído a ese lugar.
               Y ahora empezaba a recordarlo vagamente: yo tirando migas de pan a los patos,
               haciendo rebotar chinitas sobre el estanque y tratando de columpiarme sola en el
               balancín. Mamá pesaba demasiado para jugar conmigo, pero se había sentado al
               otro lado del columpio y me había subido allá arriba para que pudiese verlo todo
               desde su altura. Ella sabía buscarle el lado bueno a las cosas. «Cuando crezcas
               como yo», me dijo...


               –¡Eh! –oí que me llamaban en la distancia, y regresé al mundo real.
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