Page 258 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–Ahora mismo no me apetece nada nuevo –repuse–. Me hubiera gustado más
seguir siendo Rebecca Paradise.
Álex se rascó la nariz.
–Entonces... ¿por qué le regalaste Rebecca a Sofía?
–Porque soy una cobarde. Creo.
Pensé que Álex se había callado porque no sabía qué contestar, pero lo que
ocurría era que alguien se acercaba a esconderse con nosotros. La mismísima
Rebecca Paradise.
–¿Puedo sentarme? –preguntó Sofía.
–Claro. ¿No tienes que firmar más autógrafos?
–Ufff... ¿Podríamos hablar de otra cosa? ¿De cualquier cosa?
Eso me recordó que aún me quedaba algo por hacer.
–Id empezando vosotros –dije, y me levanté–. Yo tengo que ver a alguien.
–Bueno... –se cortó Rebecca, mirando a Álex de reojo–. O sea, que tú... eh...
sabes mucho de ordenadores, ¿no?
Compadecí a la pobre Sofía mientras me levantaba para regresar al interior del
colegio. En el camino hasta el despacho de George no me cruce con nadie, pero
el gigantón rubio estaba allí, agitando un café en su vasito de plástico. Tenía un
aire ausente, pero se alegró, como siempre, al verme entrar.
–¡Ur! –me dijo, como suele hacerlo mi padre–. ¡Qué alegría! Hoy parece que
todos se han vuelto locos en este colegio.
–Lo sé.
–¿Te pasa algo a ti también?
–No, ¿por qué?