Page 261 - La vida secreta de Rebecca Paradise
P. 261
papá tragaba saliva.
Pero no me detuve ahí. Le expliqué que mamá estaba allí de nuevo, sonriendo y
saludando con la mano. Que dio dos besos al mago y bajó a reunirse con papá.
Que juntos decidieron volver antes de que la tormenta empeorase.
Le hablé de aquella carretera oscura de Portsmouth, de la lluvia que apenas
dejaba ver nada, de unos faros que aparecieron de la nada en dirección contraria.
Le hablé también de un volantazo que, por desgracia, no llegó a tiempo.
–Úrsula –me contuvo George en aquel instante–, si quieres puedes detenerte
aquí.
–¡No, no puedo, porque el coche no se detuvo!
Entonces me subí en el escritorio que me separaba de George y me abracé con
fuerza a su pecho. Y lloré y lloré y lloré.
–¡Mi mamá murió aquel día, George! Mi mamá está muerta para siempre.
Sin decir una palabra, George me cubrió con sus enormes manazas, me apretó
muy fuerte y me acarició el pelo, como solo alguien como él sabría hacerlo.
–Lo sé, pequeña, lo sé. Y lo siento tanto. Tanto.
Yo lloré un poco más sobre su áspera chaqueta de lana.