Page 266 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–¿Qué pasa?


               –Pasa que estás castigada.


               –¿Por qué? ¿Por llegar tarde a casa? Lo siento, a mí nadie vino a buscarme en
               coche.


               –¡Encima hazte la graciosa! He recogido solo a Leanne porque creí que tú
               preferirías hacer el camino con tus amigos.


               –¿Mis amigos? ¡Ja!


               –¿Ja? Pues Leanne me ha dicho que tienes amigos. Que estás en el periódico de
               clase y allí hablas con una tal Lavender y otro niño, que siempre se te ve
               riéndote con Álex y que hasta has hecho las paces con la famosa Sofía.


               Ahí va. ¿Así se me veía desde fuera? No tuve tiempo de pensar si había algo de
               cierto en todo aquello.


               –Y entonces, ¿se puede saber qué he hecho mal? –medio grité, confundida.


               –¡¿Cómo se te ocurre hacer novillos, Úrsula?! ¿Es eso lo que te enseñan tus
               amigos?


               –¿Novillos? –repetí confundida, porque apenas me acordaba de aquello–. ¿Pero
               cómo sabes que...? Es decir, yo... –tomé aire–. Eso no te lo ha dicho Leanne,
               ¿verdad?


               No quería creerlo. Aquello sí que era una traición, y no la de la Organización.

               –¿Quién me lo iba a decir si tú te lo callas? Y para colmo mientes otra vez,

               diciéndole que estás en cama con un resfriado. ¡Pues estás castigada!

               En aquel momento llegó Leanne de la cocina muy apurada, con dos tazas de café
               bamboleándose en sus manos, y se quedó de pie en el umbral del comedor.


               –¿Pero cómo se te ocurre decírselo así, hombre? Ya te he dicho que tienes que
               hablarle con tacto. Anda, bébete el café. No es para tanto.


               –Muy bien –trató de calmarse papá–. Con tacto. Úrsula, ¿es verdad o no que
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