Page 259 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–Como estás sonriendo...
–No me había dado cuenta.
–Pues cambias mucho, pero mucho mucho, cuando lo haces. ¡De verdad que sí!
–George –dije–. He venido a disculparme.
–¿Disculparte? ¿Por qué? Si no me has hecho nada.
–Sí que lo he hecho –tragué saliva–. Te he contado algunas mentiras. Bueno, no
solo a ti. He contado montones de mentiras a todo el mundo.
–Ah, vaya –George se ruborizó. Entonces yo también debo disculparme.
–¿Tú? ¿Por qué?
–Porque yo también te he mentido un poco. Y antes que tú a mí.
Estaba desconcertada. Creí que a los profesores no se les permitía mentir. Quizá
los psicólogos tienen un permiso especial para hacerlo. Traté de hacer memoria.
–Bueno –recordé–, me hiciste creer que no conocías a Sofía, pero eso...
–Me refiero al primer día que llegaste.
–¿Qué... qué pasó el primer día?
–Intenté hacerte ver que no te conocía de nada. En realidad, sabía lo que te había
pasado en clase, incluso Leanne me había hablado antes de ti. Y tu padre, por
teléfono.
–Entonces... –reflexioné–, la historia del mago y el conejo la preparaste para mí.
–Pues no exactamente... Esas son mis otras «mentiras», las mentiras del segundo
montón... aunque ya no hay por qué llamarlas así. No pongas esa cara. Mira,
aquí las tengo todas juntas, así puedes leerlas cómodamente.
George abrió uno de sus cajones y de su interior sacó un libro nuevo de tapas
naranjas. En la portada podía verse una fila de conejos escapando de un
sombrero de copa. Y arriba decía con letras amarillas: Las fabulosas mentiras de