Page 47 - La vida secreta de Rebecca Paradise
P. 47
Y justo mientras me repetía aquellas palabras mágicas, sonó el timbre de la
puerta. Estaba tan concentrada que el mundo, el tenedor y mi corazón se pararon
un segundo.
–¿Vas tú? –voceó papá desde su habitación.
La Fabulosa Mujer Invisible se levantó, se secó los ojos y abrió la puerta.
El niño que me miraba desde el rellano era tan pelirrojo que casi hacía juego con
nuestro felpudo rojo tomate. Extrañada, le miré de arriba abajo. No tardé mucho,
porque era extraordinariamente bajito. Por la parte de arriba llamaba la atención
su nariz cubierta de pecas, como si se la hubieran espolvoreado con pimienta.
Por la de abajo, lo más sorprendente eran las gigantescas pantuflas que llevaba.
Si no me equivoco, tenían la forma de ese robot tan famoso de La guerra de las
galaxias. En resumidas cuentas, su pinta no me sonaba de nada. Su voz, en
cambio, me sonó como si estuviera acatarrada:
–¿Piensas ir a buscar a tu gato, sí o no? –me soltó de buenas a primeras.