Page 50 - La vida secreta de Rebecca Paradise
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–¿Y qué? –pregunté, cerrando la puerta aún más, porque aquel niño ya empezaba
a fastidiarme–. No habría modo de hacerlo bajar.
–Por lo menos se le podría enviar comida en un cohete –insistió Álex, retirando
el pie, pero asomando la cabezota hacia nuestro recibidor.
–¿Y cómo piensas que podría atrapar el cohete el gato? –le solté de malos
modos.
–Los felinos están dotados de una inteligencia espacial muy desarrollada. Si
encontráramos la forma de hacer entender a tu gato que...
–¡No hay ningún gato en el espacio! –grité, sin saber por qué–. ¡No hay gato,
para que te enteres! ¿De verdad crees que un gato puede sobrevivir flotando ahí
arriba? Te estás burlando de mí, ¿verdad? ¡O si no, es que estás chalado!
Cerré la puerta de un golpe, pero por la mirilla aún pude ver cómo Álex y sus
robots peludos se perdían silenciosamente escalera abajo.