Page 145 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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MARCHA  A  TRAVES  DE  LICIA               139

      de poco su ciudad y se detendría  allí  algunos  días,  a  descansar. A los  embajadores
      licios,  recibidos  también con  grandes  muestras  de  amistad,  les  pidió  que  entrega­
      sen  sus  ciudades  a  quienes  él  enviara  a  hacerse  cargo  de  ellas.  Inmediatamente,
      nombró a uno de  sus  íntimos,  Nearco  de  Anfípolis,  natural  de  Creta,  sátrapa  de
      la Licia y de las  costas  que lindaban al  este con esta región.  De los  sucesos  poste­
      riores se desprende que los licios tenían en la flota  de los  persas  un cierto  número
      de  barcos  suyos;  hay  que  suponer  que  Alejandro  daría  por  supuesto  que  estos
      barcos  serían  retirados  como  una  obligación  implícita  en  los  acuerdos  pactados
      con  él  o  que  lo  impondría  expresamente  por  condición.  Pues  no  cabe  duda  de
      que  los  licios,  los  termeles,  como  ellos  se  llamaban,  conservaron  intacta  su  anti­
      gua  y  bien  concebida  constitución  federativa:  veintitrés  ciudades  formaban  su
      territorio,  cada  cual  con  su  consejo  y  su  asamblea  popular,  con  un  “estratega”  a
      la cabeza  de su gobierno, al  que se conocería  tal  vez por el  nombre licio  de  “rey”
      de la  ciudad y una asamblea  de las  ciudades  que  abarcaba  todo  el  territorio  de  la
      federación,  en  la  que  las  seis  ciudades  más  importantes  tenían  tres  votos  cada
      una,  las  medianas  dos  y las  pequeñas  uno;  con  arreglo  a  la  misma  proporción  se
      hallaba el  “liciarca”, que ostentaría  también,  probablemente,  el  nombre  de  “rey”;
      lo  mismo  éste  que  las  demás  autoridades  federativas  obtenían  sus  puestos  por
      elección  de  la  asamblea  federal.
          De allí siguió el rey a Faselis. Esta ciudad, dórica  por su origen y lo  bastante
      importante  para  poder  mantenerse como  ciudad  helénica  en  medio  del  territorio
      licio  que  la “circundaba,  hallábase  muy  favorablemente  emplazada  en  la  bahía  de
      Panfilia  y  junto  a  tres  puertos  naturales,  a  los  que  debía  su  riqueza;  por  la  parte
      del oeste, las montañas van subiendo  de  nivel  en  forma  de  terrazas hasta  alcanzar
      una  altura  de  siete  mil  pies  y  se  extienden  como  en  arco  hasta  Perge,  tan  próxi­
      mas al mar que en  varios  sitios el  camino sólo se halla a  cubierto  de la  rompiente
      del mar y de las inundaciones cuando el viento  norte  sopla en  dirección contraria;
      si  no  se  quiere  seguir  este  camino,  hay  que  recorrer  otro  mucho  más  largo  y
      fatigoso  a  través  de  las  montañas,  el  cual  se  hallaba,  precisamente  por  aquel  en­
      tonces,  bloqueado  por  una  tribu  pisidia  que  había  construido  un  castillo  roquero
      a la entrada de los desfiladeros,  desde el cual descendía de vez en cuando a Faselis
      para  saquear  la  ciudad.  Alejandro,  en  combinación  con  los  faselitas,  atacó  aquel
      nido  de bandoleros  y lo  destruyó.  Varios  banquetes  festejaron  aquel  feliz  aconte­
      cimiento,  que venía a librar a la  ciudad  de los  salteadores  que  tantas  veces la  ate­
      morizaran,  y  la  victoria  de  las  armas  macedónicas;  era  acaso  la  primera  vez
      que,  desde las  victorias  de  Cimón  en  el  Eurimedón,  veía  aquella  ciudad  un  ejér­
      cito  griego.  También  Alejandro  parece  que  estaba  aquellos  días  de  buen  humor;
      después  de  uno  de  los  banquetes  se  le  vió  desfilar  en  solemne  y  alegre  cortejo
      con  sus leales  hacia  el  ágora,  donde  había  una  estatua  del  poeta  Teódectes,  para
      adornarla  con  coronas  de  flores  en  memoria  de  aquel  hombre  al  que  había
      querido.
          Fué precisamente  por aquellos  días  cuando  se  descubrió  un  plan  infame,  do­
      blemente  infame  porque  había  sido  urdido  por  uno  de  los  más  distinguidos
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