Page 399 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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396               REPATRIACION  DE  LOS  VETERANOS

       tarse  con arreglo  a  los  intereses  esenciales  de  los  pueblos.  Tal  era  la  labor  reser­
       vada  a los  pocos  años  que  el  destino  deparaba  aún  de  vida  a  Alejandro,  la  meta
       o,  mejor  dicho,  el  resultado  de  sus  luchas.


                           REPATRIACIÓN  DE  LOS  VETERANOS
           Hasta  la  misma  repatriación  de  los  veteranos  habría  de  surtir  su  efecto  en
       este  sentido.  Era  la  primera  vez  que  retornaba  del  Asia  a  la  patria  un  número
       tan grande de tropas, y la  diferencia  no  era  sólo  cuantitativa,  sino  también  cuali­
       tativa,  pues  estos  10,000  veteranos  se  habían  asimilado  el  espíritu  asiático  con
       mayor  fuerza  que  los  anteriores  repatriados;  su  ejemplo,  su  fama,  su  riqueza,
       todo lo que llevaban con ellos al repatriarse, sus ideas y necesidades transformadas,
       sus  nuevas  exigencias  y  sus  nuevas  experiencias,  todo  había  de  ejercer  entre  los
       suyos,  al  volver  a  sus lares,  una  influencia  no  menos  grande  que  la  que  a  través
       de  ellos  ejerciera  16  occidental  sobre  la  vida  de  los  pueblos  orientales;  lo  que  ya
       no  puede  asegurarse,  si  se  piensa  en  las  gentes  humildes  que  encontrarían  en  su
       tierra  al  volver,  en  los  campesinos  y  en  los  pastores  macedonios,  es  que  aquella
       influencia  fuese  precisamente  beneficiosa.
           A los  veteranos  que  regresaban  a  sus  casas  se les  hizo  en  el  campamento  de
       Opis  una  solemne  despedida;  Alejandro  les  anunció  que  a  todos  se les  pagaría  la
       soldada hasta llegar a la  patria y que  cada  uno de  ellos  recibiría  un  talento  como
       regalo;  Ies  pidió  que  dejasen  a  su  cuidado  y  bajo  su  protección  los  hijos  que
       hubiesen  tenido  de  sus  mujeres  orientales,  para  que  no  sirvieran  de  motivo  de
       descontento  a  sus  mujeres  y  a  sus  hijos  macedonios;  él  velaría  porque  los  hijos
       de  sus  soldados fuesen educados  como macedonios y  como  soldados;  y  cuando  se
       hicieran hombres,  confiaba  en  poder llevarlos  él  mismo  a  Macedonia  para  devol­
       vérselos  a  sus  padres;  y  del  mismo  modo  prometió  que  velaría  por  los  hijos  de
       los  caídos  en  combate,  abonándoles la  soldada  de  sus  padres  hasta  que  ellos  mis­
       mos  pudieran ganar la  misma  soldada  y la  misma  fama  al  servicio  del  rey.  Y  en
       prueba  de  cariño,  les  daba  como  guardián  y  jefe  al  más  leal  de  sus  generales,  a
       quien  quería  como  a  las  niñas  de  sus  ojos,  al  hiparca  Crátéro.  Así  partieron  de
       Opis  los  veteranos, llevando  consigo  a  los  estrategas  Polipercón,  Clito  y  Gorgias,
        tal  vez  también  a  Antigenes,  de  los  hipaspistas,  y  entre  los  de  caballería  a  Poli-
        damas  y  Amantas;  el  precario  estado  de  salud  de  Crátero  movió  a  Alejandro  a
        nombrar  a  Polipercón  como  segundo  comandante  en  jefe  de  las  tropas  repa­
        triadas.
            Las  instrucciones  dadas  a  Crátero  no  se  referían  solamente  a  la  repatriación
        de los  veteranos;  la  finalidad  fundamental  de  que  Crátero  fuese  enviado  a  la  pa­
        tria era la  de  que asumiese  el  mando  político  y  militar  del  país  en  sustitución  de
        Antipáter, a quien,  a cambio de ello,  se ordenó que  reclutara  las  tropas  necesarias
        para  cubrir  las  bajas  de  los  repatriados  y  se  pusiera  al  frente  de  ellas  para  con­
        ducirlas al Asia.  Probablemente  concurrían  muchas  circunstancias  que  hacían  ne­
        cesario  aquel  cambio  del  regente  de  Macedonia.  Los  desacuerdos  entre  la  reina
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