Page 402 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
P. 402

DISGREGACION  DE  PARTIDOS  EN  ATENAS            399

      Foción,  el  severo  patriota  que  había  rechazado  los  magníficos  regalos  de  Alejan­
      dro,  que  comprendía  y  deploraba  al  mismo  tiempo  la  decadencia  de  su  patria  y
      procuraba  contener al  excitable  pueblo  de Atenas  de  toda  nueva  tentativa  de  lu­
      cha  contra  Macedonia,  pues  sabía  que  no  estaba  ya  a  la  altura  de  semejante
      empeño.  Y  en  Atenas  seguía  también  Demades,  cuya  influencia  no  se  basaba
      menos  en  sus  relaciones  con  Macedonia  que  en  su  política  de  paz,  política  que
      respondía  a  los  deseos  de  las  gentes  acomodadas  y  permitía  tener  contenta  a  la
       multitud,  ávida  de placeres,  con  fiestas, banquetes  y  repartos  de  dinero;  “no  será
       el  guerrero  —dijo  una  vez  Demades  desde  la  tribuna—  el  que  llore  mi  muerte,
       pues  él  se  nutre  de  la  guerra  y  no  de  la  paz,  pero  sí,  tal  vez,  el  agricultor,  el
       artesano,  el  comerciante,  todo  el  que  ame  la  vida  tranquila  y  sosegada,  pues
       para  ellos  es  para los  que yo  he  fortificado  al  Atica  contra  los  poderosos,  no  con
       fosos y murallas, sino con paz y con amistad” .
           Y     aunque  Demóstenes,  incluso  por  los  días  en  que  el  rey  Agis  se  levantaba
       en armas,  acuciaba  a  los  espartanos  y a  las  gentes  de  otros  estados,  según  parece,
       a  que  combatieran  mientras  que  en  Atenas  se  limitaba  a  pronunciar  “maravi­
       llosos  discursos”  y  por  debajo  de  cuerda,  según  se  decía  también,  mantenía
       contactos con  Olimpia y con el  propio Alejandro,  esta  política  no  era,  por  cierto,
       la  más  indicada  para  acrecentar  la  confianza  del  demos  en  su  dirección;  no
       importa  que  en  el  año  difícil  de  la  carestía, se  le  encomendara,  por  haber  acre­
       ditado  dotes  de  excelente  organizador,  el  cargo  de  dirección  de  los  suministros
       de trigo:  en lo tocante a  la  dirección política  de la  ciudad,  la  ecclesia  le  escucha­
       ba  a  él  y  escuchaba  a  sus  adversarios  a  derecha  e  izquierda,  y  bien  podemos
       asegurar  que  las  decisiones  adoptadas  en  definitiva  por  el  soberano  demos  eran,
       por regla  general,  incalculables.
           La época de los pequeños estados había  pasado a la historia;  en  todos  los  te­
       rrenos  de  la  vida  se  demostraba  que  aquellos  estados  atomizados  y  su  política
       particularista  eran  ya  insostenibles  frente  a las  nuevas  formaciones  de  poder,  que
       la situación política y social había  cambiado fundamentalmente y  reclamaba  tam­
       bién  cambios  fundamentales  en  cuanto  a  la  estructura  y  organización  de  los  es­
       tados.  La  idea  de  Alejandro  era  respetar  la  democracia  de  los  estados  helénicos
       solamente  en  cuanto  se  refería  a  su  gobierno  municipal,  articulándola  en  lo  de-
       más  con  el  poder y  la  autoridad  de  su  gran  monarquía,  y  el  hecho  de  que  esta
        obra  hubiese  quedado  incompleta  por  su  prematura  muerte  o,  si  se  quiere,  por
        la  propia  necesidad  interna  del  helenismo  es,  indudablemente,  lo  que  explica  la
        decadencia irremediable con que el siguiente siglo de la  historia  de la  Hélade  em­
        paña la fama de  sus mejores tiempos.
            En  consonancia  con  aquel  plan  suyo,  Alejandro  dictó  dos  medidas  que  te­
        nían,  indudablemente,  profunda  significación.
            Exigió,  en  primer  lugar,  que  también  los  helenos  le  tributasen  honores  di­
        vinos.  Cualesquiera que sean las conclusiones  a que pueda  llegarse,  basándose  en
        este  precepto,  en  cuanto  a  las  ideas  personales  del  rey  y  a  la  transformación
        sufrida  por  su  modo  de  pensar  y  de  obrar,  no  cabe  duda  de  que  la  tal  dispo­
   397   398   399   400   401   402   403   404   405   406   407