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G. Marañón
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Yo no niego la eficacia que puedan
tener para algunos los manuales deon-
tológicos. Yo he leído varios, siendo
todavía estudiante, desde el clásico de
Jenner, profesor de la asignatura «de
Clínica y Moral médicas» que a me­
diados del pasado siglo existía en nues­
tra Facultad, hasta el reciente y esti­
mabilísimo de don Luis Alonso Muño-
yerro, doctor doctísimo en Teología,
escritor excelente y muy versado, por
afición y por razones de gusto y de
familia, en los problemas médicos. Re­
pito que no niego su utilidad y mucho
menos su mérito. Pero me hacen el
efecto de aquellos otros manuales en
! que se enseña cómo se debe conducir
i
í uno en la mesa, en visita o en el trato
con las damas y cómo deben practicar­
se las reglas elementales de la higiene
í

I