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Vocación y ética         123
             actual como el hurtarle el reloj al pa­
             ciente. Ya nadie necesita obligarse por
             juramento a respetar a los maestros
             que le enseñaron, porque todos apren­
             demos este respeto antes que sus pro­
             pias enseñanzas; ni obligarse a enseñar
             desinteresadamente a sus hijos, porque
             estimamos un honor enseñar hasta a
             los hijos de los que no conocemos. Sin
             necesidad de jurar, ponemos, desde
             luego, a cada enfermo el régimen que
             creemos más adecuado a su salud deli­
             cada; y no tenemos que recordar com­
             promisos solemnes para negarnos con
             todas nuestras fuerzas a la administra­
             ción de los venenos. Para no hacer
             operaciones quirúrgicas que ignora­
             mos, tampoco necesitamos invocar a
             Apolo, y a Esculapio, a Higias y Pa­
             nacea. Nos basta para resolver todos
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