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Vocación y ética I27
detrás. Siempre me ha parecido no ya
intolerable, sino monstruosa la grose
ría del amo con el criado, del maestro
con el discípulo, del capitán con el re
cluta y, en general, del superior con el
inferior. El látigo con que impunemen
te trataba el señor ruso a sus siervos
justificó la revolución; y si es cierto
que ahora siguen usando el látigo para
mandar, estará justificada la revolu
ción que derrumbe el régimen soviéti
co. La disciplina elemental impide que
el subordinado se conduzca con inco
rrección respecto a sus jefes; pero no
sé qué reglamento permite que el más
alto pueda ser inconsiderado con el que
ocupa las categorías humildes. El que
llega, por legítimo que sea su triunfo,
tiene siempre mucho que hacerse per
donar de sus semejantes. Y no hay for-