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                        Vocación y ética         *3X

            giosos y éticos elementales, sino tam­
            bién, por poco elevada que sea su ca­
            tegoría moral, a una innata inclina­
            ción de su propia conciencia. Nada ex­
            presa la hermosura del alma como ser
            veraz; y, sin duda, el hombre lo fué,
            recién creado por Dios, en los comien­
            zos de su vida sobre el planeta, no
            sólo con la misma naturalidad, sino
            con el mismo orgullo con que una mu­
            jer exhibe su belleza o un hombre su
            fuerza física o su ingenio. Si el hom­
            bre actual miente con tanta frecuencia,
            si casi «miente más que habla» como
            dice la frase hecha —y hoy hay muy
            pocos humanos a quienes no pueda ser
            aplicada— es porque un hábito lar­
            guísimo, a través de generaciones mi­
            lenarias, le ha obligado a mentir para
            defenderse del más fuerte; y al cabo








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