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V oc ación y ética 129 ri
orden empírico o académico, como son
la mayoría de las que ocasionan dispu
tas entre los doctores. Hablar mal de
otro médico es, por muchas razones
que tengamos para ello, hablar mal de
la Medicina; y, en definitiva, de noso
tros mismos. La Medicina vive de su
realidad, de su eficacia, cada día ma
yores; pero también vive y actúa bene
ficiosamente sobre los hombres gracias
a su prestigio, un tanto mítico, pero ne
cesario. Cuidar ese prestigio es obliga
ción primordial de los médicos, sin más
limitaciones que las de orden natural:
la salud del enfermo y la propia con
ciencia. Desautorizar la actuación de
otro práctico puede ser útil al interés
inmediato del que le desautoriza; pero
pronto la piedra, de rebote, caerá sobre
su propia cabeza, por mucha que fuere
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