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Vocación y ética         X3S
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              lamentablemente. Su familia le huía,
              y el pueblo entero después, obligán­
              dole, ya viejo, a emigrar a Madrid,
              donde le conocí y traté y presencié la
              gran tragedia a que conduce el ser
              veraz; y donde murió, poco antes de
              que se decidiese su traslado a un ma­
              nicomio; y, acaso, con razón.

              La tragedia de
              la verdad en el
              médico.

                 Mas si la vida, en general, inclina   a
              la mentira, ¡qué no será cuando un
              sentimiento piadoso nos empuja ade­
              más a ella, como en el caso del médico!
              El amigo mío que vivió sin otra pre­
              ocupación que decir siempre la ver­
              dad, solía fulminar sus más atroces
              anatemas contra los médicos, disimu-
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