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Vocación y ética 149
sus fuerzas y engordar merced al régi
men hipersalino, a las inyecciones de
hormona cortical, a la alimentación hi-
drocarbonada y grasa, etc., sentimos la
conciencia aliviada del resquemor que
nos dejó el sinnúmero de punciones ve
nosas que hubimos de hacer a los en
fermos precedentes.
El problema parece, pues, claro: está
autorizada toda investigación que re
dunde, posiblemente, en beneficio del
paciente o de sus futuros compañeros
de enfermedad; y que, por de contado,
no perjudique en lo más mínimo ni al
curso del proceso ni a su salud en ge
neral. Pero esto, tan claro, hay que
repetirlo, porque, a veces, nos repugna
leer en revistas que hay médicos que
llevan al vicio este celo por la inves
tigación y someten a sus enfermos a