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176 G. Maranón I
en nombre de los que luchan y saben
que frente a la sentencia de la razón
hay siempre una atenuante que el co­
razón dicta.
Otras veces, es cierto, el moralista
conoce por versión y experiencia di-
r?cta el sector de la vida que trata de
legislar. Pero está ya de vencida en el
camino de la existencia. Esto es justo,
y por ello, el mejor consejero es siem­
pre el anciano. Mas el anciano olvida
con frecuencia que aconseja no a los
otros ancianos, sino a la juventud. Y a
la juventud no le capta el reglamento,
ni siquiera el consejo, sino el ejemplo.
Se ha dicho, por el mayor malabarista
de la fraseología, que alguna vez, no
obstante, decía la verdad, que el viejo
da buenos consejos para consolarse de
no poder dar malos ejemplos. Por ello